Páginas

Sí, trabajo en una Tienda Erótica

Es curioso como una profesión tan normalita esté tan estigmatizada en nuestros días y existan aún muchos estereotipos en torno a ella. Los sex shop más tradicionales siempre se han relacionado con lugares lúgubres y sin visibilidad donde la gente entra a escondidas. Y además se relaciona muy rápido el hecho de que quizás encuentres mujeres desnudándose para deleitar la vista de los clientes… pero eso, en mi tienda erótica, no pasa ni de lejos!
Cierto es que hay a quien le da pudor que la gente les vea entrar, salir o incluso que la bolsa deje entrever lo que se han comprado, pero es un pudor que rápidamente se disuelve una vez han cruzado la puerta. Me encanta cuando entran grupos de mujeres, es tremendo oírlas hablar completamente desinhibidas, con ganas de que les cuentes qué es y cómo funciona todo. O los grupos de jóvenes que entran tímidos a comprar un regalo de broma y la visita termina en un taller de sexualidad improvisado.

Y lejos de pensar que la mayoría de la gente que viene son unos degenerad@s y salid@s, (que quizás lo sean en su intimidad y lo aplaudiría siempre que lo hagan de manera sana y sensata) el perfil mayoritario es el de gente educada que viene buscando productos que le satisfagan en el más amplio sentido. No hay faltas de respeto, no hay vulgaridades asociadas, no hay clientes a los que sea desagradable atender, más bien lo contrario, la gente suele venir predispuesta a que le aconsejes y a dejarse llevar por las últimas novedades.

Y estoy contando esto porque tengo la suerte de haber ido siempre de frente. No suelo esconder lo que hago en mi vida porque no es algo que me avergüence. Trabajo en una tienda donde la mayoría, sino todos los productos están creados para enriquecer la sexualidad de las personas, sean hombres, mujeres, no binaries; sean homo, bi, hetero, pan... tengan 18 o tengan 80 años, tengan pareja, parejas o no… y como profesional de la Sexología eso es algo que me encanta vivir a diario.

Os dejo algunas de las frases más típicas y a la vez curiosas que me hacen:
  • ¡Enséñame toda la tienda! Es una de las frases más oídas nada más entrar. Y es curioso, porque jamás he oído una frase similar en por ejemplo, una ferretería… Deduzco que son personas que jamás han entrado en una tienda similar aunque generalmente quedan encantadas con la atención y además suelen volver, pues se les desmonta la idea típica de sex shop en cuestión de minutos.
  • ¿Qué es lo que más se vende? Es otra frase típica. ¿Quién dice que lo que le gusta a unos nos tenga que gustar a todos? Precisamente existe tantísima variedad que nos permite encontrar el juguete o complemento más adecuado para cada cual. Luego, ¡que más da lo que más se venda, busca lo que a ti te motive!
  • Quiero innovar, ¿qué me recomiendas? Esta frase me crea mucha incertidumbre aún y, necesito siempre más información antes de empezar a recomendar pues no todo el mundo parte de la misma base e innovar como tal, para unos es ponerse un arnés y hacer dobles penetraciones, y para otros es dar un masaje con una pluma, por lo que no me puedo aventurar a aconsejar tan sólo con esa frase. Pero es bonito ir descubriendo el camino de cada cual según qué preguntas les haces.
  • ¿Se puede devolver? Esta pregunta es peliaguda, y a veces hasta me resulta incómoda responderla pues evidentemente NO se pueden devolver los productos una vez usados, o ¿nos gustaría comprar algo nuevo que ha usado otra persona que no conocemos? ¿Parece obvio? ¡Ya! Pues luego no lo es tanto…
  • Yo no necesito estas cosas. Mujer refiriéndose a los vibradores de cualquier tipo y forma. Y es que la idea de que la masturbación femenina es de "viciosas empedernidas" sigue presente. ¡¡Mujeres, cojamos nuestra sexualidad por los cuernos!!
  • ¡Este vibrador para la “nombre amiga”! (señalando el vibrador más grande). Esta frase me da un poco de rabia porque suele decirse en un tono bastante despectivo y procuro contenerme puesto que al final, no dejan de ser clientes, pero me encantaría poder decirle a esas chicas (generalmente muy jóvenes) que ese vibrador haría maravillas en su vida y gozaría de un buen humor que arrastraría esa podredumbre que lleva dentro y, no lo digo porque el vibrador sea grande, que ya sabemos todos que lo del tamaño es una chorrada, sino porque gozar hace que veamos la vida de otra manera y dejemos esas frases infantiloides en un cajón. Considerar que una amiga es una “guarra” porque le guste disfrutar de su vida sexual me parece digno de hacérselo mirar.
  • Quiero algo para parejas. A lo que siempre suelo responder: “Pues te diría que prácticamente todos los productos se pueden disfrutar en pareja, desde un conjunto de lencería hasta un anillo vibrador ultrasónico con mando a distancia.” Disfrutar un complemento en pareja no es más que escoger cualquier objeto o elemento e inventar todas las formas de introducirlo en las artes amatorias. No es necesario que sea el juguete más moderno, ni el aceite más caro, tan sólo es necesario estar dispuesto a abrir los 5 sentidos.
  • Y me llama tremendamente la atención esas personas, (generalmente hombres) que entran pudorosos y me preguntan: ¿Esto es solo para mujeres verdad? Adivináis mi respuesta…? “Pues eso depende de hasta dónde estés dispuesto a experimentar.” Claro que, cuando les muestro aceites de masaje me dicen que eso son ñoñerías y cuando les enseño dildos o plugs anales suelen decirme que ellos son “normales” (Imperdible la cara que se me queda... ) incluso cuando les enseño productos de masturbación masculina (MAS-CU-LI-NA- PA-RA-EL-PE-NE) me dicen que no lo necesitan porque ya tiene pareja (y suelen especificar que es mujer). En fin, que al final se van con la conclusión de que el lugar es sólo para mujeres por mucho que yo intente explicarles. Por suerte, este tipo de frases se dan muy poco, pero siempre van de la mano del mismo perfil de personas.
Pero también me visita mucha gente que busca detalles que hagan de su vida sexual algo mucho más divertido y agradable. Y gente que busca las vueltas para que cada encuentro íntimo (solo o en pareja) sea único e inolvidable. Además, es muy gratificante que la gente vuelva sólo porque se encuentra a gusto hablando contigo abiertamente sobre esos temas que, generalmente, la gente obvia o evita. Y a esta clase de clientes suele ser una gozada atenderles, porque hablar de nuestra sexualidad, legitimar nuestro placer y aprender a expresar tanto lo que gusta como lo que no, es entre otras cosas, lo que me hace amar tanto mi profesión.



María Ramos
Psicóloga y Sexóloga