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Psicóloga por vocación, Sexóloga por devoción

Una de las cosas que más me suelen preguntar es por qué elegí mi profesión y, aunque suelo contestar que es algo que va conmigo desde siempre, pienso que mi profesión me eligió a mí y no yo a ella.

  • Porque soy una persona muy natural a la que no le cuesta nada hablar de todo aquello que a mucha gente le resulta incómodo.
Aunque esta naturalidad me ha jugado malos momentos pues es difícil interpretarla como lo que realmente es. Lo que para mí es una forma de hablar sin tapujos sobre sexo, sobre los sexos y sobre las interacciones entre ellos, para otros ha sido interpretado como que soy una mujer "fresca", sueltita, y otras lindeces. Cabe destacar que procedo de un pueblito pequeño y aunque cada vez hay más gente capaz de mirarte sin juzgarte, no puedo negar haberme sentido juzgada a lo largo de mi vida.
  • Porque desde bien pequeña he curioseado y he procurado saber más de lo que me contaban.
Y hablo de curiosear porque Educación Sexual como tal es algo que jamás vimos en el colegio. Tan solo recuerdo una tutoría con unas representantes de una famosa marca de compresas que nos hablaban de la menstruación a los 14 años, cuando yo ya llevaba 3 años con ella. Llegaron tarde, pero también llegaron como un elefante en una cacharrería exponiendo la menstruación como un  acontecimiento femenino que solo interesaba a las mujeres y de lo que solo pudimos extraer que comprar esa marca de compresas era la mejor decisión que podíamos tomar.

Al ser la chica del grupo que más "sabía" de sexualidad muchas eran las personas que venían a mí a informarse acerca de cómo hacer las cosas tras un susto en un encuentro erótico, incluso para que les comprara los preservativos en la farmacia del pueblo porque no me daba vergüenza mencionar la palabra "condones" delante de nadie (no vaya y luego se chivaran a sus padres).
  • Y es que, me encantaba escuchar las historias de cada cual en torno a cómo vivían su sexualidad y cómo debían expresarla para que la gente del pueblo no hablase de ellos, para no estar en boca de nadie.
  • Siempre fui la que creaba debates en torno a temas tabúes como la homosexualidad, la bisexualidad, o cómo era aquello de que te gustasen dos personas, si estaba bien o mal depilarse... y otros temas que provocaban mil reacciones entre mis amistades.
  • Por no hablar de la incesante lucha por la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres que me llevó a discutir más de una vez en casa, en clase o en mi grupo de amistades. 
Y no fue fácil ver cumplidos mis sueños de estudiar aquello que deseaba, pues suponía salir del entorno rural para empezar una vida fuera del ámbito familiar. El sobreesfuerzo que mis padres hicieron por mí fue impagable y aún hoy, no sabría cuántas vidas necesitaría para devolverles todo lo que me ayudaron.

Yo y mis peculiares formas de ser e incomodar con mis conversaciones me llevaron a pensar que quizás es que lo mío era ser Sexóloga aunque nunca busqué cómo especializarme en ello, pero el destino me tenía guardado una grata sorpresa al cruzar en mi camino a grandes profesionales que me hicieron amar esta profesión, a grandes compañeros y compañeras de los que aprendí muchas otras realidades y formas de ser, tan parecidas a la mía, pero tan particulares como cada cual era.

Y a día de hoy, a pesar de que las circunstancias no me hayan permitido ejercer todo lo que me gustaría, no ceso de soñar con ese huequito dentro de los grandes en esta bonita y particular profesión. Por eso, día a día, hago crecer mi proyecto Destino Kink con la mayor de las ilusiones.

"Lo imposible solo tarda un poco más"  Mario Benedetti